Dos ejercicios y una «receta diaria».
Como dice Eckhart Tolle en su libro “El poder del ahora”, vivir en el presente es importante en todas las etapas de la vida y vale la pena porque el “ahora” es lo único que tenemos y es real.
Sin embargo, cuando estás transitando la Tercera Edad, o sea desde que cumpliste sesenta años y antes de que te consideres y actúes como viejo/a (Cuarta Edad), vivir el presente tiene mucha mayor significación y es aún más difícil.
La mayor significación resulta que el tiempo pasa más rápido y, por ende, no podemos dejar de aprovechar cada día.
Tengamos presente que la infancia es una época de días largos donde se acumulan las impresiones nuevas, las experiencias que son novedades. Cuando somos niños son todas las primeras veces, las primeras cosas. Todo lo que ocurre nos sorprende.
Cuando somos niños, a los diez años, un año nos parece muy largo porque es la décima parte de nuestra vida (o menos aún desde la conciencia).
En cambio, si tenemos 60 años, un año es la sexagésima parte de nuestra vida, y nos pasa muy rápido. Los días se aceleran.
Además, en la madurez, pocas cosas nos sorprenden y a veces vivimos como en un permanente “deja vú” porque los días se han ido repitiendo bajo distintas capas pero con los mismos contenidos.
Y vivir el presente es más difícil en la Tercera Edad porque nuestra mente se empeña en enfocarse en nuestro pasado, que a veces nos mortifica con aflicciones y arrepentimientos, o en nuestro futuro, que nos crea miedo y ansiedad por cosas que, a lo mejor, nunca sucederán.
La clave para vivir el presente es estar muy atentos a nuestro cuerpo, a nuestras emociones, a nuestros sentimientos, a nuestros pensamientos y dedicarnos a contemplar todo lo que nos rodea y lo que aparece en nuestro camino.
Es fundamental atender al «proceso», que es el presente donde estamos la mayoría del tiempo, más que al «resultado», que está en el futuro y cuando llega, dura un instante antes de buscar otro objetivo.
Un primer ejercicio consiste en hacer de cuenta que estamos de viaje, en un lugar nuevo que no conocíamos, donde los días se hacen muy largos y está comprobado que una semana afuera equivale a un mes en nuestra casa. Es que en los viajes tenemos los “poros abiertos” y nuestros sentidos están atentos a todas las percepciones.
En cambio, en la rutina, vivimos como sonámbulos, en “piloto automático”, viendo pasar los días sin disfrutarlos.
Un segundo ejercicio es el de vivir cada momento como si fueras alguien que ya ha muerto a quien se le permite regresar al mundo de los vivos para volver a vivir su vida por un día. ¡Seguro que lo aprovecharías al máximo de la mañana a la noche!
Además de eso, la “receta diaria” que te propongo, que no es propia sino tomada de estudiosos y especialistas, busca ayudarte a construir una “rutina del presente” y es la siguiente:
1.-Despierta unos minutos antes de la hora de levantarte para tomar conciencia de la dicha de estar vivo. Agradece el día.
2.-Haz todo despacio, sin prisa, sin pensar en lo que sigue y disfrutando lo que tenés entre manos.
3.-Observa atentamente, al andar por la calle, a cada cosa y a cada persona que aparecen a tu lado como si fuera la primera vez.
4.-Trata como ‘personas’, y no como cosas del paisaje, a quienes te rodean, a los que ves en la calle, a los que te atienden diariamente
5.-Descubre y contempla la belleza del mundo que te rodea. Encuéntrala en tu casa, en tu barrio, en tus tareas, en tu ciudad.(sacar fotos es buen ejercicio).
6.-Ayuda a quien veas en la calle que lo necesita. Haz un acto solidario, una acción para un ‘mundo mejor’.
7.-Conoce gente nueva. Conversa con desconocidos.(utiliza técnicas de acercamiento)
8.-Busca cosas, temas y lugares nuevos. Cambia tus rutinas.
9.-Dedica un tiempo para llamar por teléfono o para encontrarte y charlar con un amigo. En lo posible, con alguien que hace mucho que no ves.(hacete un listado)
10.-Escucha atentamente e investiga ideas nuevas o distintas a las tuyas. Busca superar prejuicios.
11.-Haz las tareas que te toquen de la mejor forma posible de modo de que sean útiles y puedas sentirte orgulloso/a.
12.-Permítete un momento para «fluir», jugar, cantar, bailar, relajarte y/o gozar.
13.-Di «te amo». Abraza y besa a tus seres queridos.
14.-Sonríe todas las veces que sea posible.
15.-Agradece, pide permiso y discúlpate según corresponda.
16.-Busca un momento de interioridad, de reflexión, de oración y/o de meditación para estar con vos mismo/a.
No pretendo que desde mañana practiques los ejercicios y cumplas todos los pasos de la “receta diaria”, pero sí espero que reflexiones sobre el tema y que, de a poco, vayas restando lugar en tu mente al pasado y al futuro, y dando mayor lugar al presente en tu vida.
En definitiva, que puedas cumplir la máxima del poeta Horacio “Aprovecha el día. No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños…”.
“CARPE DIEM”.
PD. Podés encontrar otras notas sobre mayores de 60, además de cuentos, crónicas y frases en este mismo: blogeduardofavierdubois@gmail.com