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“El edadismo afecta la cognición y puede restar años de vida”

Entrevista al Dr. Pablo Bagnati. Médico psiquiatra. Coordinador de Neuropsiquiatria en el Servicio de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología de FLENI (Belgrano). Docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Miembro fundador del grupo Madurez Activa y Saludable.

El médico psiquiatra es miembro del grupo Madurez Activa y Saludable, que busca visibilizar la discriminación hacia las personas mayores. Apunta a promover acciones para cambiar el paradigma.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al período comprendido entre 2021 y 2030 como “la década del envejecimiento saludable”. El desafío es apuntar hacia la plenitud en materia de salud física, psíquica, de participación social, de rendimiento cognitivo y de afecto positivo que puedan tener las personas durante su vida útil.

Este objetivo se impone ante una realidad imparable: más del 90% de las naciones del mundo va a poder envejecer, ya que cuentan con una esperanza de vida promedio mayor a los 65 años. Por lo tanto, los países deberán contar con acciones para la “nueva vida” de los individuos después de los 60 años y dejar de equiparar a los adultos mayores como “la clase pasiva” o a la vejez como sinónimo de enfermedad, ya que esto puede llevar al edadismo, que es la discriminación por la edad cronológica.

Desde la Facultad de Medicina de Mar del Plata (UFASTA) fundamos un grupo para trabajar sobre el edadismo. Se denomina Madurez Activa y Saludable y está compuesto por el doctor Jesús Vázquez (médico clínico consultor, promotor del tema y creador del grupo), Alejandro Cristaldi (médico clínico y profesor de Geriatría), el licenciado Horacio Santángelo (psicólogo y docente de la Universidad de Mar del Plata), la trabajadora social Paula Lubrano, el abogado Humberto Echegaray y yo, que soy médico psiquiatra.

Nuestro grupo tiene como objetivo difundir cómo el edadismo afecta la salud cognitiva y el bienestar de forma cuantificable y puede restar años de vida. Buscamos:

  • Gestar conciencia en la gente de que el edadismo puede influir en decisiones restrictivas para los adultos mayores, afectando su calidad de vida.
  • Promover acciones y políticas públicas que incluyan al adulto mayor en la comunidad, en su mejor y más sostenida integración con ella, desde el punto de vista social, laboral, y de acceso pleno a las actividades que la vida moderna proporciona.
  • Trabajar en la prevención de la salud física y cognitiva del adulto mayor.

Lejos de tener un objetivo combativo, de queja, punitivo, o pretender un rejuvenecimiento forzado de esta franja etaria, el objetivo de nuestro grupo es visibilizar este fenómeno en la gente, y así colaborar con transformación inclusiva y de visión activa positiva del adulto mayor.

Conceptos básicos

• La palabra “ageism” o edadismo en castellano fue acuñada en 1968 por el gerontólogo y psiquiatra estadounidense Robert Butler, quien se basó en los términos sexismo y racismo. El autor lo describió como “la discriminación de las personas mayores por razones de edad cronológica”

• La estigmatización no solo se produce fuera del grupo, sino que también tiene lugar dentro del mismo y así se potencian sus efectos negativos.

• Una revisión realizada por investigadores de la Universidad de Yale en 2020 reflejó quela discriminación por edad condujo a resultados de salud significativamente peores en el 95,5 % de los estudios y en el 74,0 % de las 1159 asociaciones de discriminación por edad y salud examinadas. De hecho, estudios muestran que los adultos mayores que tienen un objetivo tras la jubilación y se encuentran motivados viven 7,5 años más. Por ello se dice que el edadismo y sus consecuencias están asociados a mayor mortalidad.

• El temor de las personas más jóvenes a la discapacidad, la dependencia y la muerte son las principales causas del edadismo. Segregar y rechazar a los mayores son mecanismos de afrontamiento que no permiten a los más jóvenes pensar en su propia vejez y muerte.

• En el edadismo se reúnen determinadas ideas, creencias, actitudes y prácticas basadas en los estereotipos sobre la ancianidad, que pueden provocar discriminación y maltrato, con la consecuente exclusión de las personas mayores. Los estereotipos representan imágenes simplificadas sobre las personas o determinados grupos sociales, lo que lleva a tratar al grupo como si fuera homogéneo, cuando en realidad no lo es. (Por ejemplo, no es lo mismo una persona de 75 años que realiza actividad física que una que no la hace).

• Los estereotipos que originan esta forma de discriminación generan una imagen social negativa de las personas mayores. En este caso, se asume que los adultos mayores están en un proceso de decadencia, que se concretaría en una progresiva e irreversible reducción de sus capacidades físicas, mentales y sociales. De esta manera, el edadismo engloba una serie de creencias, normas y valores que pretenden justificar la discriminación de las personas según su edad.

• Dentro de las negligencias o malos tratos a los adultos mayores, se observan prácticas muy heterogéneas que los afectan integralmente:

-Malos tratos psíquicos. Puede ocurrir cuando se utiliza lenguaje que ridiculiza a los mayores de edad con términos como “papito”, “mamita”, “viejo”. También cuando concurren a una consulta médica y el profesional se dirige al acompañante más joven sin tener en cuenta al paciente en la conversación.

-Malos tratos económicos. Ellos incluyen el uso indebido e ilegal de los recursos económicos sin su consentimiento, alegando “falta de autonomía”; los engaños y las estafas, así como también la falta de empatía con los aspectos financieros.

-Maltrato arquitectónico. Como falta de rampas u otras medidas de accesibilidad. Para subsanarlos hay defensorías dentro de las ciudades.

• El edadismo se manifiesta de distintas formas, entre ellas:

-Formas institucionales. Se expresan en servicios, normas y prácticas como la jubilación obligatoria, el no tener en cuenta a las personas mayores en los estudios de investigación clínica o en separarlas de las instituciones exclusivamente por razones de edad.

-Formas intencionales. Pueden incluirse la publicidad y los medios de comunicación masiva, que en general basan su accionar en los estereotipos de las personas jóvenes, al considerar de forma errónea que el consumo es exclusivo de dichos grupos etarios.

-Formas no intencionales o involuntarias. Ejemplos son la ausencia de procedimientos para asistir a las personas mayores en situaciones de emergencia, o la falta de señalamientos viales y dispositivos que permitan mejorar la visión, la audición y el equilibrio, que en estas personas en general se encuentran deteriorados.

-Formas pasivas o encubiertas. Un ejemplo de ello puede ser una película que muestra solo a las personas jóvenes que habitan una localidad y no se muestran niños, bebés o personas de edad avanzada en la zona, para generar la sensación de que el lugar es «joven y romántico».

-Formas asociadas al aspecto sexual. La discriminación, en este caso, se basa -entre otras cosas- en la confusión entre sexualidad y genitalidad. Con relación a la sexualidad hay un concepto equivocado en la sociedad según el cual la sexualidad en los mayores no existe, no es necesaria y si sucede, no es normal. Estos prejuicios irracionales están extendidos y deben ser reconocidos y superados.

-Formas dobles. En el caso del sexo femenino tanto el sexismo como el edadismo pueden darse simultáneamente. Esta es una doble discriminación y sus efectos son potenciados por ser las mujeres las que tienen una mayor expectativa de vida y mayor predisposición a padecer enfermedades crónicas en edad avanzada.

Conclusiones

-Se debe sustituir la arraigada “teoría del desapego”, que postula que a medida que el sujeto envejece, se produce una reducción de su interés vital por actividades y objetos, lo cual genera una merma en la interacción social (y que este proceso es normal en el desarrollo del individuo y además es buscado y deseado por él). Esta teoría de la resignación y la declinación irreversible lleva a la marginación y el maltrato. Por ello debe ser reemplazada por el apego y el respeto a las diferencias etarias para construir una sociedad más justa y saludable.

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