Cada vez es más numerosa la franja de los adultos mayores. Al cambio biológico debería seguirle un cambio social y cultural. Alicia Moszkowski y Ana Gambaccini dicen que empresas, organizaciones y autoridades deben medir la importancia de generar productos y servicios “que nos ayuden a vivir cada vez más y mejor”.
Dedicadas desde hace tiempo a difundir y promover la llamada silver economy (economía plateada), un fenómeno que crece en el mundo más desarrollado y que es apenas incipiente en el nuestro. Con la nueva longevidad, crece el sector etario de los mayores de 60 y, gracias a los avances de la medicina preventiva, se vive cada vez mucho más allá de la edad del retiro de la vida activa; ese límite marca hoy para muchos un nuevo comienzo, ya sea en lo laboral o en actividades culturales y recreativas. Un fenómeno que abre un abanico de posibilidades para las empresas, tanto de servicios como de productos, y también genera nuevas demandas en materia de políticas públicas.
Alicia Moszkowski y Ana Gambaccini, responsables de Group Conseil y representantes de Aging2.0, una red internacional que trabaja en la intersección de tecnología y mejora de la calidad de vida de la gente grande, explican en esta charla con Infobae cuáles son los desafíos que la nueva longevidad plantea a gobiernos, empresas, asociaciones e individuos. Un tema que no concierne sólo a los seniors; debemos tomar conciencia, dicen de que “todos tenemos un viejito o una viejita adentro que en algún momento se va a manifestar”.
— Se oye mucho hablar de nueva longevidad. ¿Qué sería y qué cambios implica?
Alicia — La medicina preventiva, los avances tecnológicos permiten que la gente viva cada vez más tiempo y esto redunda en un cambio radical en la vida cotidiana, en la economía, y hace que se desarrollen una serie de productos, servicios, modos de vida, estilos, que acompañan este proceso. A todo eso se llama nueva longevidad. Tiene que ver con la silver economy o economía plateada. Es lo que permite que la gente madura tenga más y mejores oportunidades, que siga produciendo, que siga aportando a la sociedad, que siga consumiendo y que los 60, los 70 y los 80 años de hoy no sean los de nuestros padres y abuelos.
— Culturalmente, ¿hay un acompañamiento de este cambio?
— (Ana) No, porque cultural y socialmente todavía se piensa que una persona de 60 años se retira. Y el retiro, o la jubilación, se relaciona con quien se queda en la casa sin hacer nada o se va al parque a jugar al truco.
— La clase pasiva.
— (Ana) Tal cual, y justamente eso cambió. Primero, hay que tener en cuenta que los mayores de 60 son más de 6 millones en el país. Entonces, tener esta clase social y económica inmovilizada es un costo altísimo para todos. Después, muchos dicen que jubilación es júbilo, el momento para pasarla bien, para disfrutar, para hacer cosas que te quedaron en el tintero, recrearse, hacer nuevos cursos. Y esto no es tenido en cuenta por ciertas empresas, por ciertos sectores económicos, por el Estado inclusive. Por supuesto que habrá personas que después de los 60, o 65, están más inactivas, pero eso no es el promedio, no es el total.
— En un momento existió una tendencia incipiente de las empresas de contratar gente mayor, porque la persona mayor tiene experiencia, posiblemente ha recorrido todo el escalafón de una actividad. ¿Eso se sostiene?
— (Alicia) No todavía, es un aspiracional. Nos encantaría que así fuera. Y parte de nuestra misión, tanto desde nuestra tarea cotidiana como consultoras del sector, como en calidad de representantes de Aging 2.0, una organización internacional que trabaja en la intersección de tecnología y mejora de la calidad de vida de la gente grande, nuestra tarea es contribuir a posicionar esta necesidad, a instalar la necesidad y a colaborar con que cada vez más empresas miren este segmento como algo atractivo. Porque hay mucha gente que está en los 50 y en los 60, anche en los 70 tempranos, que tiene muchísimo potencial, mucho para compartir y para dar, y el mundo laboral parece ignorarlo. Puede incluso aportar a un emprendimiento mucho más que una persona joven porque no tiene las complicaciones, las responsabilidades de la crianza, por ejemplo. Y así como el mundo laboral tiene desde hace pocos años el cuidado de no discriminar sería bueno que entre los conceptos de la no discriminación también incorporen al segmento senior.
Ana Gambaccini
— Es cierto.
— Porque tiene muchísimo para dar. Pero esto hoy es un aspiracional. Y no solo en la Argentina. Una investigación de mercado reciente de Estados Unidos muestra que solamente un 13% de las empresas encuestadas, que eran muchísimas, confesó estar evaluando incluir gente madura en su staff. Pero esto va más allá del concepto de empleo tradicional, porque como vamos a ser cada vez más, y vamos a vivir cada vez más tiempo, en breve van a ser muchos más los que reciben aportes del Estado que los que aportan al Estado. Entonces es bueno es poder seguir trabajando y fomentando la necesidad de colaborar con la sociedad profesional y laboralmente desde las habilidades de cada uno favoreciendo también los emprendimientos individuales y la confianza de la gente madura en que puede seguir aportando a la sociedad para crear un círculo virtuoso.
— ¿Es frecuente que hoy la gente que se retira de un empleo en relación de dependencia busque busca hacer otras cosas, busque emprender a esa edad?
— (Ana) Sí, mucha gente lo hace. Se encuentran a veces, especialmente las mujeres, con las limitaciones que propone la revolución digital, las nuevas tecnologías. Esto es algo en lo que no está acompañando la sociedad en el sentido de que tendría que haber capacitaciones continuas para ciertos segmentos etarios, porque si no no solamente no van a ser productivos, sino que quedan fuera del sistema. Y esto se está acelerando cada vez más. En la silver economy hay mucha gente que necesita mantenerse actualizada en todo lo que es tecnología.
Es importante que las corporaciones entiendan que llamar al talento senior les agrega valor
Ana Gambaccini
— ¿Y desde el punto de vista del crédito qué pasa? ¿Confían los bancos? ¿O dicen no, ya está, a esta altura no me lo va a poder devolver?
— (Alicia) Eso todavía es un paso en el que no se ha podido avanzar y es un tema cronológico, no. Eso es harina de otro costal. Pero ya el hecho que las corporaciones entiendan que llamar al talento senior les agrega valor, muchas veces con menor costo, y no me refiero a la remuneración sino a los costos extra que esto trae aparejado, porque hay mucha gente que es independiente, está jubilada, y puede seguir colaborando con empresas.
— (Ana) Aparte tienen de pronto más estabilidad que la juventud, que suele tener otras aspiraciones. Entonces para ciertos puestos es interesante este perfil de persona que propone el desafío de la diversidad dentro de la empresa.
— Claro. Es cierto el tema del prejuicio. Existe una tendencia descalificación. Me acuerdo cuando Roberto Lavagna se presentó como candidato; la mayor crítica que le hacían es que era viejo. Y tenía 77.
— (Alicia) Tal cual. Se llama edadismo. Existe la palabra, ya está acuñada, y es la discriminación por edad. Y es un concepto muy peyorativo.
Alicia Moszkowski
— Está gagá es el argumento. Si dice algo que no me gusta es porque está gagá.
— (Alicia) Exacto. Y eso tiene que ver también con un culto excesivo de la juventud, de la juventud eterna, que está muy arraigado en algunas sociedades. Y hablando de la nuestra es realmente una dictadura entre comillas.
— (Ana) Los nuevos productos y los nuevos servicios se piensan para el consumidor ideal que es el joven. Y justamente se están perdiendo todo un mercado que no se identifica con esos jóvenes. O sea, que de pronto…
— Sí, con el look, con el consumo, nada que ver.
— (Ana) Con el tipo de entretenimiento, con las relaciones sociales. O sea, dónde tiene que encontrarse la gente mayor de 50, 60 años. O sea, las cervecerías están invadidas por los jóvenes, entonces…
— Y el ruido….
— (Ana) Claro. Entonces no hay propuestas. Ahí hay un mercado que tampoco se está explotando.
— (Alicia) Las únicas que lo tienen claro, perdón, son las empresas de estética, que empezaron a visualizar la posibilidad de tener caras de mujeres maduras.
— Ah, en la publicidad.
— (Alicia) Sí, sí. Siempre recordamos el caso de la actriz Isabella Rossellini, que cuenta en un video muy lindo que la habían discontinuado en Lancome a los 43 porque era muy mayor. Y la volvieron a llamar a los 65 para que nuevamente fuese la cara de los productos Lancome.
— Está muy bien eso.
— (Alicia) Pero fuera de ese segmento, a la gente madura se la convoca para vender solamente productos para la tercera edad, no productos que tengan que ver con el entretenimiento y el disfrute de una franja que tiene menos obligaciones, porque los hijos ya están criados, son independientes….
— (Ana) Y también con esta extensión de la vida en Europa, en Estados Unidos, por ejemplo, surgen los complejos habitacionales para personas mayores, las residencias específicas… es algo común.
— Justamente da la impresión de que en nuestro país la única alternativa es el geriátrico. O quedarse con los hijos, lo que no siempre es posible. La independencia o el geriátrico.
— (Ana) Hay algunas alternativas intermedias. Pero el geriátrico tiene muy mala prensa, y la verdad es que hay geriátricos buenos, no tan buenos y otros excelentes. Además hay gente que necesita, por una cuestión de dependencia, estar en una institución. Muchos geriátricos tienen bastante entretenimiento y atención.
— (Alicia) Y hay algunas iniciativas nuevas distintas.
— Acá creo que no existe o no se ve el modelo que es muy frecuente en Estados Unidos, estilo country o condominio. Ese sistema, donde cada uno tiene su departamento o casa, permite que el que se vale por sí mismo se mantenga independiente, y el que necesita el cuidado lo tenga. En cambio, el geriátrico parece ofrecer a todos el mismo servicio o las mismas condiciones.
— (Alicia) Justamente estuvimos en contacto hace poco con una iniciativa muy disruptiva en ese segmento. Es un edificio súper inteligente, con tecnología de punta, que ofrece instalaciones que podrían ser tu casa, que no tienen nada que ver con una residencia tradicional para ancianos.
— (Ana) Ni con un hospital.
— (Alicia) Hay sectores para gente totalmente auto válida que decide vivir allí porque quiere resolver su diaria y tiene ganas de estar acompañada en espacios comunes. Y gente que realmente necesita acompañamiento que está en otro sector. Es un lugar muy interesante, en pleno centro de Buenos Aires, se llama We Care, y viene a romper con el concepto tradicional de institución para ancianos. Es un ejemplo de que ya empieza a haber en el mercado local iniciativas distintas.
— (Ana) Si el geriátrico está bien organizado, por otra parte, la persona no tiene que desplazarse para hacer actividades. Puede recibir a la familia… Pero empieza a haber otras alternativas. Y es muy importante que haya más. Porque si se considera que en el año 2040 los mayores de 80 años van a ser más de más de 2.400.000 personas… Y sólo el 5% de esa cantidad tiene que estar en una residencia por el tipo de cuidado que necesita…
La medicina preventiva y los avances tecnológicos definen una nueva longevidad que requiere del desarrollo de una serie de productos, servicios, modos de vida, estilos, que acompañan este proceso
— (Alicia) Es un montón de gente y no hay residencias que los puedan abarcar.
— (Ana) Entonces es necesario cambiar el chip respecto a qué se busca en una residencia.
— ¿Y las universidades? Se ve también gente que a los 50, 60, incluso más, empieza una carrera o simplemente se da el gusto de estudiar de nuevo.
— (Ana) Sí, sí. Y están aquellos que siguen carreras tradicionales para llamarlo, y después están los cursos de extensión de las universidades. Esto es muy interesante porque las universidades públicas, y muchas del Conurbano, tienen cursos de extensión especialmente para los mayores de 50, 60 años.
— (Alicia) Sí, y hay gente que también decide emprender una nueva vocación a esta altura de la vida. Dedicarse a algo totalmente distinto. Es sorprendente el vuelco que pueden pegar y la motivación.
— La motivación suele ser mayor a esa altura porque la persona ya tiene una vida hecha y sabe bien lo que quiere.
— (Alicia) Exacto. Y tiene una conciencia del valor del tiempo que cuando está en la primera etapa de la vida no valora totalmente.
— Estaba releyendo ese libro de Simone de Beauvoir, La Vejez, en el que ella dice que la vejez es más negada que la muerte. De la muerte no nos gusta hablar, pero la vejez es directamente negada.
— (Ana) Es que uno no se imagina viejo. Uno no dice cuando yo tenga 70 años me gustaría estar en tal lugar y ser de esta forma, y vestir de esta manera. Y es terrible porque uno siempre tiene proyectos, a los 15, a los 20, a los 25, a los 30, no sé si son propios, si son mandatos. Y después de cierta edad si no tenés un motorcito propio la sociedad te aplasta totalmente con lo que podés hacer con tus expectativas, con tus posibilidades.
— Me imagino que también debe haber mucha gente que se dedica a tareas comunitarias, de solidaridad. Gente que dice, bueno, yo ya viví, ahora voy a ayudar a otros, voy a transmitir lo que sé…
— (Alicia) El voluntariado, claro. Sí, muchísimo voluntariado. Muchas personas están involucradas en tareas voluntarias y eso les da una enorme satisfacción. También está el tema de qué hacer con el tiempo. Porque hay un tema de soledad en la gente madura muy fuerte.
— (Ana) Claro, en las mujeres especialmente, porque los chicos se fueron de casa, muchas quedaron solas, por decisión o por elección, algunas disfrutan esta soledad, si es elegida, otras no tanto. O dejaron de trabajar, y tenían su grupo de referencia en el trabajo. De pronto te encontrás con que estabas haciendo un montón de cosas porque eras demandada para eso, y ahora tenés todo el tiempo para vos y para pensar qué es lo que querés ser. Muchas están fascinadas con ser abuelas. Pero igual piensan y yo dónde estoy.
— (Alicia) Las mujeres, justamente, como estuvieron tan enfocadas en la cuestión familiar o en el trabajo, han dejado sus relaciones históricas. Y entonces retomarlas les cuesta mucho. Por eso las redes de contención de pares son tan valiosas. Y las mujeres se refugian en ellas. Es muy frecuente ver grupos de mujeres compartiendo en un restaurante, en un bar, pero no es tan frecuente ver grupos de hombres. Entonces ellas se plantean los hombres dónde están. Ese es otro tema.
— Hay menos. La desgracia es que hay menos. No son tan longevos.
— (Alicia) Es verdad. Es verdad, sí. En una reciente investigación de mercado de la Universidad de San Andrés una encuestadora contaba que después de los 65 años habría tres mujeres por cada hombre. Y eso explica un poco el fenómeno de por qué hay tantas mujeres con mujeres en distintas actividades culturales, sociales y demás.
— Es la biología, eso no tiene remedio.
— (Alicia) De todos modos, lo que se abre es un abanico de posibilidades enormes para hombres y para mujeres con lo que está por venir. Y lo interesante es poder ir convenciendo, posicionando, hablando, dando ejemplos de todo lo que hay que hacer en este segmento.
— Sí, lo más importante y lo más difícil es la batalla cultural.
— (Alicia) Eso es. Estamos convencidas de la importancia de colaborar a que tanto empresas como particulares, como individuales, como organizaciones, como grupos de poder, como autoridades…
— ….políticos…
— (Alicia) …políticos sobre todo, porque hay tanto para legislar en la materia. Que vayan entendiendo que todos tenemos un viejito adentro, una viejita adentro, que en algún momento se va a manifestar y que necesitamos encaminar proyectos, legislar, ayudar a que se generen también productos y servicios desde el punto de vista de la economía que nos ayuden a vivir cada vez más y mejor. Y a eso estamos dedicadas.